Nuestra realeza mental tiene su justificación

Se solía decir que la realeza era aquello compuesto por personas que eran enviadas por la mano de dios. Los reyes, las princesas y príncipes eran el eje y brazo ejecutor de todo. En la actualidad, como con todo, se ha convertido en algo banal. Y no, no hablo de la princesa Letizia ni de Urdangarín, esos pues ni me importan. Hablo más bien de las idealizaciones de cuentos y todo eso que hemos ido absorbiendo nosotros, la generación “Disney”.
 Ser un príncipe o una princesa es especial y vanidoso, todos queremos serlo, lo neguemos o no, y la cúspide llega cuando ya algunos se atreven a nombrarse a ellos mismos como ello. 
 Y os preguntareis el por qué de esto, pues bien, me he puesto a analizar y observar a personas que lo hacen. Desde un caso lejano como el caso de las “princesas del pop” (risas) y las “reinonas del pop”, a casos más particulares como nuestros pequeños príncipes bloggers que andan sueltos, tan monos ellos con sus coronitas. Yo reconozco que eso de llevar corona es lo mejor, me encantan, y me las regalan, hasta en Burguer King siempre le pido una a las señoritas dependientas tan simpáticas ellas.
Justamente es eso, nos hace sentirnos especiales, quizás un pequeño complejo de príncipe enviado a la tierra por Dios y que nadie reconoce. A veces nos gusta reclamarlo, ese reino ficticio, ese reino que nos han creado en nuestra cabeza y que nos hace sentirnos desamparados en este mundo actual.
 ¡Pero no os preocupéis, todo esto tiene una solución, y es nuestro querido mundo de la moda y celebrities! Todavía recuerdo ese kissing room (siempre lo pronuncio con un acento andaluz muy marcado porque es genial eso) de Cibeles, aquella fiesta “cool” y “fashion”, en el que todos llevaban sus coronitas imaginarias, o aquella fiesta Yo Dona, en el que todos intentamos reivindicar nuestro poder, cuál princesas zarinas perdidas a lo Anastasia, allí, todos juntitos e intentando demostrar quién tiene más sangre azul. 
 Walt Disney, tú tienes la culpa, y ustedes también, Hermanos Grimm, os reto a descongelaros ahora y darnos ciertas explicaciones y veáis lo que habéis conseguido. Diles a todos estos mamarrachillos que yo soy el principito escondido (léase con toque de humor, por si las moscas).

  joojotled-1

5 comentarios:

  1. Con cada entrada que haces me sorprendes!
    Me ha gustado mucho la reflexión que has hecho y la foto es IMPRESIONANTE. Creo que has sabido como plasmar todo la reflexión en la foto.
    un beso
    http://justbeyourselfff.blogspot.com/

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  2. Yo prefiero ser un Robin Hood o un Peter Pan de la vida que un príncipe, molan más y no son idiotas.

    Me gusta la entrada aun así.

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  3. Me ha encantado el post.

    La foto es super bonita!

    Un saludo,
    Nacho

    PD: Te añado en mi blog.

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  4. No creo en esa famosa "generación Disney" (creo más en la "generación Harry Potter"). En realidad Disney (como concepto) existe desde hace demasiados años, y muchas generaciones han soñado y han caído a la realidad estruendosamente también. En todo caso lo de Disney es una etapa. Pero en buena parte de lo que dices tienes razón: en lo que creen los demás de sí mismos y en que la inmensa mayoría del mundo es superficie; como decían en mi entorno, miles de kilómetros de océano con un milímetro de profundidad.

    Los pobres hermanos Grimm endulzaron tanto esos macabros cuentos medievales que al final terminaron en lo pastel. ¿Alguna vez te has preguntado qué hizo Cenicienta después de casarse, cuando lo único y lo que mejor sabía hacer en la vida era barrer y limpiar? La esencia de las personas no cambia, y esto es una verdad universal, de esas de las que tanto repudiaba Einstein. La Bella Durmiente le llevaba como mínimo cien años a su príncipe. Aun así, ¡que viva el amor!

    Por cierto, eres el chico más guapo (sin ser una imagen mediática) que he visto en fotos, creo que en los últimos cinco años o así. Pero una foto es solo eso: una imagen congelada. Tienes ángel al mirar a la cámara. Aunque el mejor ángel es el que susurra frases al oído o aquel cuyo contacto te inyecta vida.

    No hay más rey que uno mismo. En la oscuridad, en lo íntimo, donde nadie pueda verte. Es el único reino que verdaderamente se posee, aunque seas Carlomagno o Felipe el Hermoso.

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